martes, 20 de noviembre de 2007

La fauna de la cooperación



En el territorio de la cooperación hay todo tipo de fauna. Predominan las hembras. Aunque los machos, cómo no, suelen ocupar los puestos de aparente jefatura. Es una tierra árida y con ciertas regiones poco conocidas. Se trata de una zona de contradicciones, de postales hermosas que no corresponden a la realidad. Con cercas y espacios cerrados. Con hospitalidad y hostilidad y cuyos habitantes no guardan un perfil común. Están desde los más patanes hasta seres fantásticos. En general son buena gente. Les une la tendencia a ir en manada.

Nos invitaron a un fiesta. Sonaba la música funky y africana que pinchaba nuestro vecino Essa, el finlandés. Conocimos a Alberto, un colombiano que vino para seis meses y lleva ya catorce años. Edna se encontró con Viola, una italiana que conoció en un curso en Madrid y con la que había hecho tan buenas migas que acabaron siendo amigas. Según se abrazaban, entre risas exclamaban lo pequeño que es el mundo. Silvia, una amiga que pertenece a la especie de los seres fantásticos y que por desgracia está a punto de regresar a Valencia me presentó a Sandra, y ésta a Gemma que la va a sustituir en el puesto, pero que está asustada “porque lo mío es Centroamérica. África es muy fuerte. No me sitúo. Yo prefiero Guatemala que es donde estaba hasta ahora”. Marta, “de género” bailaba. Georgina, una médico de la Amazonía brasileña bebía hablando del trabajo con su compañera de ONG, una bilbaína, Koro. “Mi tocayo” saludaba y sonreía. Jim, un zimbawuano blanco se emborrachaba arrastrando un ingles ininteligible. Un riojano llamado Diego nos hacía reír con sus payasadas. Buena gente en general. Muchos a punto de regresar. En breve llegará la nueva camada.

La cooperación… No son estos escritos el sitio para hacer una tesis sobre su realidad y significado. Sin más, y humildemente pretenden ser unos apuntes a vuela pluma. No hay una cooperación. Hay varias. No me refiero a las respuestas de emergencias puntuales. Tampoco, evidentemente hablo de las “Arcas de Zoe” ni de iluminados-estafadores de ese pelo. Por otro lado, al Oficial, en ocasiones se mueve por parámetros de intereses paternalistas y con códigos empresariales años luz de la realidad sobre la que teóricamente pretende incidir para su desarrollo. Bussines is bussines.

Pero desde la cooperación comprometida con el entorno, la población local y su empoderamiento, se pueden hacer algunas cosas. Pocas, y tiene el peligro de constituirse en una dependencia continuada en el tiempo. Con buena voluntad también se falla. La burocracia es uno de los peligros que ralentizan los procesos. Hablo del esfuerzo con visiones políticas avanzadas y empeñadas en contribuir al cambio estructural. Ahí también, en ocasiones se falla. Pero esas organizaciones están, se autocritican y su trabajo es importante. Lo es más cuanto menos vienen proponiendo y más arrimando esfuerzos decididos en el sur. Lo es para las personas que se benefician del proceso y los resultados. Lo es para sectores poblacionales y las expectativas de hacerse con las herramientas de desarrollo. Lo es para la esperanza cuando el presente no da otra vía y todo colapsó. Lo es por los resultados. Y en última estancia, lo es para los y las cooperantes. Esa fauna de jóvenes honestos que comen con una mano mientras espantan con la otra las moscas. Que a veces se agarran la malaria por poner el hombro en la construcción de un mundo menos atroz. Un mundo donde el 46% de la población africana es rehén de la pobreza más extrema.

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