
Los acontecimientos, las historias, la voluntad humana y también su barbarie edifican permanentemente el presente. Y el presente de Bo-Kaap es el de un mestizaje singularmente armonioso. Muchos de sus vecinos y vecinas son descendientes de esclavos, de exiliados políticos, de convictos traídos desde el sudeste asiático o Indonesia en los primeros años de la presencia europea en África del sur.

Cuando los negocios alemanes hundían sus garras en las indias orientales, allá por el siglo XV, algunos grupos de musulmanes que resistieron la presencia colonial fueron expulsados al Cabo de Buena Esperanza. Muchos prisioneros, condenados en Indonesia fueron expatriados hasta aquí. Los esclavos fueron llevados por los colonos hasta el Cabo desde Mozambique y Madagascar. Y aunque no eran musulmanes se convirtieron, entre otras cosas al identificar al Islam con la religión de la resistencia. Estamos a finales del siglo XVIII.
La primera mezquita que se construyó en Bo-Kaap data de 1794. Es la Mezquita de Auswal y sigue en funcionamiento. Antes de 1830, tan sólo uno de cada diez habitantes del barrio eran musulmanes, pero tras la abolición de la esclavitud, muchos de ellos abrazaron el Islam y eligieron éste barrio como lugar de residencia.
Muchos años después, la participación de los musulmanes en la lucha contra el apartheid provocó discusiones encendidas, pero una de sus tendencias se sumó codo a codo en el combate antirracista dejando a un lado dogmas y sin renunciar a su religión.

Entramos con curiosidad al museo. Alguien nos había hablado de él. Éramos los únicos en visitar a esa hora ese lugar. (Y era de agradecer. Las aglomeraciones en los museos son de las insatisfacciones más stressantes si lo que se desea es disfrutarlo con atención).
Las primeras salas mostraban la influencia y la historia del Islam en la zona de Cape Town. Sus vestidos, la arquitectura, artesanía. Otras se detenían en la época del apartheid. Había fotografías que mostraban la imbecilidad hecha ley, como ese cartel que clavaban tres paisanos avisando de que la playa era exclusivamente para blancos.

Al día siguiente saldríamos para el Cabo de Buena Esperanza.
Pero en esos momentos había comenzado a suceder algo que yo aún no sabía y que unos días más adelante me dejaría paralizado de la emoción.
1 comentario:
No si todavía, nos vas a contar que vais a volver siendo tres jajajaja.
Un abrazo a los dos.
Aitor
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