martes, 11 de marzo de 2008

Distancias

¡Se veía todo tan cerca desde ese hotel de Maputo…!

Me quedaba en la habitación trabajando y me abstraía de mi ubicación en el mapa. Horas en la red difuminaban mi estancia física. Me transportaban. Me reubicaban.

Noticias que se repetían como una noria perversa. Más naufragios de seres humanos entre las costas que separan Europa de África. Nuevas expulsiones. Más personas convertidas en estadísticas. Una campaña electoral en la que se utilizaba la inmigración para sacar votos criminalizando, manipulando, asustando, mintiendo…

Noticias que alteraban una normalidad aburridamente alterada. Una persona le pegaba tres tiros a un trabajador en un lluvioso pueblo de Gipuzkoa. Una persona menos a la mayor gloria de una patria que no me seduce. Recolocar discursos, matices, consignas. Mientras, llovía y todo se empapaba de un dolor insignificante para los que no lo sienten. Insoportable para los demás.

Noticias que casi no lo eran. Tenían que ser cuatro las mujeres muertas por sus parejas el mismo día para avergonzar a todos. Para recordar que hasta que los hombres no dejemos de tener miedo a las mujeres, un miedo milenario a su fuerza y a su inteligencia no será fácil que el monstruo del machismo deje de golpear.

Noticias alarmantes. El ejército colombiano, destacado en violar los derechos humanos agredía una vez más en territorio ecuatoriano. ¿Qué culpa tenían los habitantes del norte del país de que en Colombia hubiera tantos actores empeñados en no solucionar un conflicto con cuarenta años de duración? Macondo se desangraba. El país con mayor número de desplazados del mundo.

Noticias de mis seres queridos. De sus sueños y deseos. De sus miedos, alegrías y recuerdos. De sus aspiraciones y conquistas diarias. De las pequeñas frustraciones. De dolores y angustias. De retazos de esa esquiva felicidad que a veces se asoma en una esquina rota. De la vida.

Y después salía a la calle y me daba cuenta de que África seguía aquí, a mi alrededor, calurosa, colorida, sufriente, alegre, caótica…Y de que eso que se veía tan cerca desde ese hotel de Maputo, realmente estaba tan lejos que me daba, no sé, algo de vértigo.

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